Yenny Hernández
Leer másChuli Herrera y la socialización del patrimonio
El universo visual de Chuli Herrera pudo haber evolucionado tranquilamente desde la práctica convencional de la pintura; haberse aferrado, sin desvelo alguno, a los códigos y temáticas preestablecidas por los circuitos promocionales y de mercado. Las habilidades técnicas y la capacidad de readecuación que ha demostrado en el abordaje de géneros tradicionales como el paisaje y el retrato, podrían tomarse como evidencias tácitas de que hubiera llegado a tener un ascenso seguro -y tal vez algo más vertiginoso-, de haberse mantenido supeditado a esa única perspectiva.
Al margen de la estrategia interdisciplinar que ha venido incorporando desde hace algunos años, y de la viabilidad de los artificios que emplea para hacerla creíble, cualquiera de los cuadros concebidos de manera accesoria dentro de ese proceso de integración cuenta con valores estructurales autónomos, y constituye una entidad simbólica y estética fácilmente reconocible. De hecho, ya ha tenido la oportunidad de comprobar la repercusión favorable de algunas de esas composiciones en escenarios de influencia como la Bienal de Arte Internacional de Beijín, con la exhibición de su lienzo Be One, realizado en el 2014, y en el evento Art Basel de Miami, en el año 2016, donde presentó el cuadro Vientos helados (2015), concebido en colaboración con la diseñadora colombiana Mónica Cárdenas.
Sin embargo, Chuli Herrera ha eludido por completo las conformidades representativas, y ha continuado insistiendo en una operatoria conceptual multipropósito que, aunque parece tener como conducto prioritario a la pintura, se aprovecha también de otros procedimientos y recursos expresivos, y se proyecta, discursivamente, desde niveles interactivos y socializadores. Si examinamos en detalle su dossier personal, comprobaremos que, casi desde los inicios mismos de su trayectoria expositiva, desde que comenzó a concebir un programa de inserción artística en su provincia y en la capital, cuando quizás no era del todo consciente sobre un conjunto de recursos aleatorios a la pintura, ya iba aflorando en él esa voluntad abierta de enfoque, e iban madurando una serie de argumentos supeditados a un perfil específico de trabajo. Aunque resultan disímiles en su contenido y forma de explicitación, hay un grupo de ellos que ha sobresalido y se ha ido perfeccionando de manera más coherente. Me refiero al contrapunteo reflexivo entre la condición del sujeto histórico y el sujeto social; a la dilucidación filosófica de categorías como substrato y naturaleza; a la aplicación de fórmulas alegóricas cuyas claves deductivas comprometen el accionar suspicaz del espectador, con quien a veces tiene intercambios casi performáticos; a la manipulación de los estigmas autorales; al replanteo de la dicotomía entre realidad y representación, y sus giros actuales de influencia en el ámbito psicosocial; y a la adopción de lenguajes y códigos comunicacionales que rebasan los saberes específicos relacionados con el campo del arte e involucran conocimientos de otras disciplinas.
Cuando tuve la oportunidad de visitar su muestra Proyecto cielo en La Habana, en el año 2015, pensé que el artista estaba forzando hasta límites extremos todos estos fundamentos de su obra. No imaginaba en aquel momento otra acción que reprodujera, con la misma naturalidad y desprejuicio, las experiencias de coloquio e involucramiento que esta curaduría ponía en marcha. Chuli Herrera concibió los paisajes de esa exposición a partir de un grupo de fotográficas que le había solicitado a algunos creadores. Eran imágenes del cielo captadas desde el lugar exacto en el que ellos se encontraban: New York, Bangladesh, Florida, México, La Habana... Cuando casi todo el mundo se refugiaba en sus talleres y estudios de creación, aquella muestra no solo reflejaba la validez de una metodología de creación inclusiva, participativa, que hacía ganar conciencia sobre los niveles de percepción del entorno natural, sino que recuperaba además la funcionalidad de un género bastante vilipendiado, y comprometía sutilmente en ese propósito a un grupo representativo de artistas y amigos. Así fue como yo interpreté el comportamiento inusual de Chuli Herrera en ese periodo. Luego de aquella exposición le mostré mi interés de mantenerme en vínculo sistemático con su obra, porque pensaba que ella -como la de otros jóvenes de su generación que ya conocía- podía servirme de pretexto para el análisis que estaba desarrollando en torno a la recolocación del paisaje en la plástica cubana.
Sin embargo, con la muestra #cronicassentimentales, que presentó en agosto del 2018 en la galería Villa Manuela de la UNEAC, Chuli Herrera llevó aún más lejos ese afán de apertura y socialización que manifiesta su trabajo. Con una maniobra súbita, controversial, pasó de una convocatoria restringida, discreta, como la que había desplegado en Proyecto cielo, a una exploración informacional mucho más expandida. El artista se adentró en las redes sociales para cerrar un ciclo de indagaciones acerca de la trascendencia pública de obras y pintores emblemáticos de la historia del arte, los más afines a su sensibilidad y procedimiento creativo (Rembrandt, Van Gogh, Munch...). La búsqueda se propició a partir de la selección de títulos de obras o conceptos asociados a ella, que luego reescribió en formato hashtag. Los resultados visuales que arrojó el sondeo relacional fueron utilizados como material de referencia en la construcción de las obras, en una especie de recreación libre, de pintura “versionada” de la foto digital. Pero al reproducirla en el lienzo, el artista se desplazó a su antojo por los espacios compositivos de la imagen, no respetó al pie de la letra su estructura. Con pinceladas gestuales, expresionistas, acentuó la configuración de determinados objetos y figuras, intensificó la capacidad de contraste de los colores y atmósferas, y diversificó las zonas de impacto simbólico dentro de la escena representada.
#cronicassentimentales era una exposición sui generis, para apreciar con absoluto detenimiento, sin los vicios habituales de una mirada rápida o panorámica. Quien no haya tenido tiempo suficiente para recorrerla no la habrá comprendido en toda su dimensión; obtendría de ella una sensación ambigua, hasta quizás algo anacrónica. Había que sortear, incluso, la apariencia un tanto hierática y efectista de la museografía, sobre todo la que se generaba como consecuencia de la relación entre las obras colgadas en la pared y los celulares ubicados a un extremo de ellas, por la supuesta “fricción” entre lo manual y lo tecnológico. Teníamos que detenernos en cada ángulo del espacio para sopesar debidamente la relación dialógica que se establecía entre las imágenes representadas en los cuadros y las capturas de pantalla de los móviles, imitando el recorrido exploratorio por la internet.
La exhibición de Villa Manuela nos ubicaba otra vez -con indicios nuevos y más sofisticados- frente a una de las líneas prioritarias en el quehacer artístico de Chuli Herrera: la curaduría de elucubración y tesis. Nos hizo partícipes de un intento ingenioso de pesquisa sobre el decursar y la vocación de resistencia de algunos géneros pictóricos tradicionales; nos alertaba de todo aquello que ha mutado o se mantiene activo dentro de los conceptos y sensibilidades que instauraron desde hace siglos; y, sobre todo, nos ofrecía algunas pistas sobre el grado de funcionalidad que esos géneros -o sus principales preceptos- han ido adquiriendo dentro de las dinámicas de testificación visual de la vida moderna... Y al menos yo intuí con claridad un sí rotundo, a la pregunta que se lanzaba en las palabras al catálogo de la exposición ¿Puede el arte pictórico de otros siglos actuar como premisa e interactuar con las dinámicas de pensamiento de la sociedad actual?
@chuliherrera o la necesidad de redescubrir la pintura
La figuración es siempre una suerte de versión abstracta de la realidad. Es la reinterpretación de un discurso visual que inevitablemente arriba al soporte influenciado por las condicionantes sociales y emocionales del artista, aun cuando piense que se halla realizando el más mimético de los retratos. La pintura deviene entonces escenario lúdico en el que el pintor arma y desarma su propio concepto de realidad, en el que una pipa nunca es una pipa y el significante no es otra cosa que una puerta abierta para una multitud de significados.
En #cronicassentimentales, @chuliherrera se adentra en esa dinámica de reiventiva propia del género pictórico. Estudia a profundidad el medio, reconoce los referentes, hurga en la tradición… y como integrante de un panorama artístico inquieto y heterogéneo, busca establecer vínculos evidentes con determinadas problemáticas dentro de la sociedad contemporánea
El hecho de enfrentarse al lienzo de modo gestual, agresivo y emotivo, parte de las sensaciones que le dejara estudiar a tres grandes maestros del arte universal: Rembrandt, Vincent van Gogh y Edvard Munch. Las particularidades técnicas de tales genios, unido a sus especiales maneras de colmar cada pieza de una expresividad desmedida (a veces desgarrante y atormentada), lleva al artista a la necesidad de acudir asiduamente a ellos para canalizar luego sus inquietudes creativas desde la individualidad. Así, el interés por la luz de Rembrandt, las pinceladas gestuales de Van Gogh y la agresividad de los trazos de Munch, se mezclan en las piezas de Chuli para dar como resultado un escenario variopinto y sensitivo.
Sin embargo, hablar de influencias en términos artísticos es apelar a una constante. No existe creador sin referentes, sin inspiraciones a seguir o patrones que admirar. ¿Pero puede el arte pictórico de otros siglos actuar igualmente como premisa, interactuar e influenciar directamente en las dinámicas de pensamiento de la sociedad actual? Es precisamente esta interrogante la que lleva a Herrera a adentrase en uno de los medios de comunicación de mayor impacto en la contemporaneidad: las redes sociales. Al investigar las dinámicas relacionales y el uso de las fotografías en dicho medio, encuentra en el empleo extendido del hashtag un novedoso método de catalogación de imágenes, o lo que es igual, miles de reinterpretaciones visuales para un concepto específico.
Es entonces cuando vuelve a las obras de Rembrandt, van Gogh y Munch, toma el título de aquellas que más lo conmueven y lo traduce a la lengua natal de cada uno de los artistas. Convierte en hashtag la frase o palabra resultante y obtiene un amplio banco de imágenes in crescendo que contiene miles de revisitaciones contemporáneas al concepto manejado siglos atrás por uno de estos maestros. Finalmente,selecciona una de las fotografías y la reproduce pictóricamente desde una técnica propia, cuidando que las dimensiones del lienzo sean idénticas a las de la obra que ha funcionado como referente, pero que el desarrollo de la idea tratada en la nueva imagen sea visiblemente diverso al de la pieza original.
He aquí entonces una obra que adquiere su esencia desde el proceso mismo de creación. Bajo el tamiz expresivo de la técnica pictórica, el artista propone una lectura otra de una idea que constantemente se reinventa dadas las particulares del entorno y el momento en que tiene lugar. #cronicassentimentales mezcla pasado y presente, tradición y nuevos medios y nos devela la riqueza conceptual que, emanada de una gran tradición artística, permea el universo visual de la sociedad.
Apología del posible vuelo. La Ruta de la Seda ha regresado
Para aquellos que no recuerdan su nombre, o simplemente no lo conocían, antiguamente las civilizaciones china, india, persa, árabe, griega y romana se entrelazaban económica y comercialmente en la Ruta de la Seda, permitiéndose así un enriquecimiento cada vez mayor del mundo y las diferentes regiones. Precisamente, se les llamó Ruta de la Seda a los caminos que conectaban a la otrora China con el mundo occidental, convirtiéndose y afamándose no solo como una fructífera vía comercial, sino también como una forma de intercambio cultural flamante en aquellos tiempos.
Siguiendo esas premisas y con el objetivo de rendirle honor, la 7ma Bienal Internacional de Arte de Beijing, en China, en esta edición de 2017, propuso como eje temático La Ruta de la Seda y las Civilizaciones del Mundo, en torno al cual giró el criterio curatorial y la disposición museográfica en el Museo Nacional de Arte de Beijing, sede de este evento. La bienal trazó como pauta la difusión y comunicación del pensamiento y postura de más de 4000 artistas de diferentes países del mundo, entre los que se encuentra una fuerte representación de América Latina y el Caribe.
El llamado de atención inherente en dicho tema está en función de dar a conocer y divulgar el espíritu característico de lo que fue la Ruta de la Seda, el impacto positivo que significó entre las diferentes culturas, el toma y daca que propició su puesta en práctica, y el aprendizaje mutuo que devino resorte fundamental para la integración cultural pacífica entre los pueblos del Oriente y el Occidente y que se ha mantenido en el interior del pueblo chino.
Con una representación de más de 120 países de todos los continentes y con una selección de 652 piezas de diferentes formatos que van desde la pintura y escultura más tradicionales hasta la instalación y la video-creación, Cuba se abre camino, una vez más, en este escenario artístico internacional con la obra Vientos helados (2015), del joven creador Asniel Salvador Herrera (Chuli) (Camagüey, 1987), resultando el único artista del patio seleccionado en esta edición.
No obstante, ya desde el 2014 este creador comenzó un diálogo directo con China al recibir un programa de residencias para artistas latinoamericanos en Hangzhou; y al año siguiente es seleccionado para participar en la 6ta edición de la bienal. Estos momentos le propiciaron un acercamiento mayor a esa cultura y su vinculación con ella, lo cual continuó con su participación en la 7ma bienal al ser seleccionado nuevamente.
La mayoría de las piezas presentadas amplifican más el tema propuesto, y abarcan problemáticas mayores trabajadas desde diferentes ópticas, formatos y materiales. Desde los paisajes más tradicionales, rostros impersonales y expresivos que contextualizan un poco la travesía de la ruta, hasta obras más tendientes a la abstracción o vanguardistas en su concepción como algunas instalaciones y videos, se conforma el corpus artístico de esta bienal que comenzó el 24 de septiembre y se extendió hasta el pasado 15 de octubre. Vientos helados no fue la excepción en este evento. Esta es una pieza relativamente joven que forma parte de una serie con el mismo nombre, realizada en colaboración con Mónica Cárdenas Vera, diseñadora gráfica de Colombia, con quien Chuli intercambió durante su estancia en Medellín en el desarrollo del proyecto Síntesis que llevó a cabo junto a cuatro artistas más de Colombia.
El hecho de que Chuli Herrera resulte el único cubano presente en la bienal constituye un logro doble, tanto para él como curriculum y trayectoria artística, como para Cuba en lo que a presencia y proyección cultural nacional se refiere en una plataforma artística de amplia solidez y fuerza como lo es la Bienal Internacional de Arte de Beijing. El intercambio, en tres ocasiones ya, de Chuli Herrera con el pueblo, las costumbres y la cultura de China le han favorecido en su concepción, maduración y proyección personal y creativa.
En su pieza Vientos helados recurre a la representación gráfica de la abeja (aunque en la serie completa utiliza aves, otros insectos y diversos elementos) de manera continua y seriada en toda la amplitud del lienzo, superpuestas a la imagen que previamente ha pintado. El escorzo manifiesto de un cuerpo masculino, que remeda en cierto modo, las clásicas posturas de las pinturas de crucifixión, es inundado a la vez que elevado por el vuelo de la abeja sobre él.
La alusión al vuelo como característica natural de la abeja, representada en un momento de impasse, es reflejada en ese cuerpo que parece quedar suspendido en un estado de congelación a través de la técnica pictórica, y devela un discurso analógico a la vez que controversial entre ambos seres y sus respectivas capacidades naturales. Es a través de los predios del arte que el creador les ofrece la confluencia del vuelo: el universo natural del primero y el utópico del segundo, posibles en términos artísticos para ambos. Entiéndase confluencia desde la técnica, desde el arte, desde la imaginación; y controversia en la realidad, en la objetividad de la naturaleza del sujeto frente a aquello que le es diferente e inalcanzable.
El intercambio está presente en esa interconexión de dos capacidades diferentes, dos universos naturales diferentes, dos posibilidades que el artista hace confluir desde la representación pictórica, con notable dosis de gusto estético y un discurso generoso en su decodificación conceptual. “La utopía soñada…es como buscar lo que no tienes…es como el aire puro de un bosque…es generalmente abstracta, un sentimiento de emoción, de estar suelto a expensas del viento…se basa en la capacidad que tiene cada quien en ir tan lejos como el alma lo sueña…es ir lejos, lejos, lejos sin fin…”
El vuelo es construido de dos maneras: una, desde la concepción del artista; dos, desde la capacidad creativa para su representación. Chuli Herrera indaga en la posibilidad de concebir/construir una “tercera naturaleza” en la que confluya ese vuelo, en la que el sujeto espectador pueda encontrar un entorno artístico verosímil al igual que su propia realidad objetiva, enriqueciéndose precisamente de esa otra naturaleza que si bien no le es ajena, sí se distancia de la suya.
La concepción y representación de esa otra dimensión, de esa otra manera de intercambios naturales se hermana con la Ruta de la Seda, que ha acercado a Vientos helados a esta 7ma bienal cual operatividad relacional de traer a nosotros lo que significó y trascendió aquella vía de comercios y culturas, analizada ahora desde la perspectiva creativa de un artista cubano contemporáneo.
De pinturas, #hashtag y nuevas imágenes: caldo de cultivo en #cronicassentimentale
Pinturas, íconos de la Historia del Arte, redes sociales y nuevos medios se conjugan en la peculiar muestra personal del artista camagüeyano Chuli HERRERA, bajo el título #cronicassentimentales, expuesta desde el pasado 3 de agosto en la capitalina galería Villa Manuela.
Formado como instructor de arte, en los últimos tiempos este joven creador ha ido in crescendo en el panorama artístico nacional, además de contar con numerosos galardones en el escenario internacional en bienales y proyectos artísticos. Ciertamente, es un creador en fase de maduración y crecimiento, con loables resultados en su andar, y con producciones interesantes en cuanto a contenido y soluciones técnicas.
#cronicassentimentales es una muestra abierta y amplia tanto en lo matérico como en concepto. El criterio artístico no se limita exclusivamente a la producción pictórica per sé, a la clásica muestra de óleos en un cubo blanco. La exposición amplía ese espectro y hace acompañar a cada pieza un elemento externo a la vez que contemporáneo y atractivo en el espacio. Las significaciones que pudieran evocar cada obra son complementadas por un dispositivo móvil, cuyo contenido viene a funcionar cual puerta abierta a nuevos significados, nuevas imágenes y nuevas conexiones.
Pintura y tecnología se conjugan aquí, pero también pasado y presente, en tanto voluntad creativa de ofrecer variantes de significaciones y reinterpretaciones actuales sobre la producción de tres grandes maestros de la Historia del Arte: Rembrandt Harmenszoon van Rijn (Holanda, 1606-1669), Vincent Willem van Gogh (Holanda, 1853-1890) y Edvard Munch (Noruega, 1863-1944).
Todo artista, en cualquiera de sus etapas formativas y creativas, recibe consciente o inconscientemente, influencias artísticas de otros creadores, ya sean de generaciones anteriores o contemporáneos a su época. Pero interesante se torna la idea no ya de asumir esas influencias en busca de concretar una pieza en particular, de afianzar un lenguaje propio o de la depuración y crecimiento en el dominio de una técnica; sino en reflejar a través del lienzo, en maridaje con las redes sociales, la impronta de artistas maestros que dejaron su huella en la historiografía del arte.
Me refiero a través del lienzo como herramienta y firma personal del creador; pero también refiero las redes sociales en tanto plataforma en la que se conjuga y entremezcla la diversidad de voces, opiniones y sensibilidades que bullen a partir de una etiqueta colmada de símbolos y metadatos en el ciberespacio.
Se torna interesante también ser partícipe de ese proceso de actualización, de reinterpretaciones de íconos artísticos a nivel mundial a partir de la escritura de un #hashtag seguido de texto. La variabilidad satura la plataforma digital, la heterogeneidad de información visual y textual que ahí se amontona es extraordinaria, y ello amplía manifiestamente la exégesis muy personal y de sumo matiz expresivo que Chuli HERRERA ha dejado plasmada en sus lienzos, compañeros visuales de los dispositivos mediáticos, los cuales por momentos adquieren mayor protagonismo en el espacio, museográfica y conceptualmente hablando, que los lienzos propiamente.
El efecto sorpresa, lo atractivo de los móviles, la suspicacia en la solución museográfica para mostrar todo el proceso y resultados de las búsquedas en la red de redes, le otorgan cierta originalidad a esta exposición. Situarnos ante famosísimas obras de arte, con sus dimensiones reales, provoca una sensación de reencuentros y de revisitaciones, pero a la vez de polisemias que surgen a raíz de ese toque de contemporaneidad con el que está bendecida la misma: un velo de tiempo que se trasluce entre lo contestatario de Rembrandt, Van Gogh y Munch, y lo vanguardista de la plataforma virtual, desde la cual hoy podemos apreciar, participar y modificar la información a nuestro antojo. Es una puerta que se abre y que nos da la posibilidad, desde el internet, de cohabitar con aquellos grandes maestros y con las actuales versiones virtuales de sus obras.
Visualmente una conexión con los códigos del expresionismo, por momentos un abstraccionismo igualmente de matiz expresionista, la recurrencia al fuera de fofo típico de la fotografía y cierto halo romántico en torno a pinceladas y algunos tonos cromáticos, son aprehensibles en estas obras. Apenas la figuración mimética es reemplazada por brochazos cuasi matéricos, por texturas y pigmentos logrados con total intención en el lienzo, para captar, sintetizar desde otra óptica y postura, y representar a través de símbolos e íconos, un contenido psicológico y social de contextos diferentes, pero entremezclado y reflejado a través de otros, quienes les imprimen sus respectivas experiencias, sentimientos y gustos particulares.
De esa suerte, Chuli selecciona la información visual según su impulso motivacional, generalmente distanciándose de la obra tal cual de uno de los artistas antes mencionados, para así ofrecer una nueva perspectiva que vincule pasado y presente, desde la cual analizar y comprender nuevas visiones de dichos autores y sus obras en el imaginario cultural contemporáneo, transversalizado este por las redes sociales.
Es así que, en lugar de estar frente a los conocidos autorretratos de Rembrandt y Van Gogh, el artista ofrece una oda a ellos mediante un proceso creativo (#zelfportret) en el que nos enfrentamos a un universo de referencias vinculantes recogidas en una suerte de video que relata el procedimiento de interconexiones en internet. Chuli traduce tal proceso a través de la técnica pictórica en una instalación compuesta por autorretratos diversos, reinterpretados después de una búsqueda de elementos surgidos del vínculo entre un #hashtag y una etiqueta escrita en las redes. Así sucede con el resto de las obras reunidas en Villa Manuela, bajo la curaduría de Shirley Moreira. Hay ahí, en esas salas, un revoltijo de significaciones, simbologías y ademanes pugnando en estrecha comunicación con sus referentes virtuales más diversos y contemporáneos.
#cronicassentimentales reúne los demonios y las pasiones de Rembrandt, Van Gogh y Munch, acompañados por los que habitan en Chuli HERRERA desde su contemporaneidad. Sirva esta mixtura de épocas y estilos artísticos, de sentimientos y preocupaciones sociales, como canal para la diversidad de puntos de vistas, de referencias cruzadas, de recuerdos y de criterios variopintos. En palabras de su creador: